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¿Tienes síndrome postvacacional?

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Sigues en la playa, en la montaña o visitando otro país pero tu cabeza ya empieza a darle vueltas al tema: «Las vacaciones se acaban».

Sin darte cuenta, estás negativo, te resistes a volver, le temes a la rutina y apenas encuentras algo positivo en que se acaben las vacaciones.

El llamado síndrome postvacacional es más frecuente de lo que creemos y comienza incluso antes de volver a casa e incorporarnos al trabajo.

Pero ¿Qué es realmente, cómo se manifiesta? Y lo mejor de todo ¿Cómo podemos superarlo?

Se entiende por síndrome postvacacional a una mala o escasa adaptación al día a día y retomar una vida más activa.

Cuando no se consigue una buena adaptación, se generan una serie de síntomas que no llegan a ser una enfermedad pero que la OMS, los reconoce como malestares que se desencadenan, de forma natural, por una mala adaptación al entorno habitual.

Una de sus características más generales es la apatía, la desmotivación, una especie de desidia y falta de ánimo que por unos días, se apodera de nosotros.

Hay personas a las que les cuesta coger el sueño, se despiertan varias veces por la noche, se levantan cansadas, otras pueden sentir que su atención en el trabajo o en sus actividades diarias, se ven disminuidas o incluso se bloquean.

Aunque pareciera que esta situación es más frecuente en los entorno laborales, también afecta y mucho, a nivel familiar.

¿Cómo superar el síndrome postvacacional?

Evitar algo tan frecuente que se suele hacer como es, volver hoy de las vacaciones e ir mañana a trabajar.

Es necesario un pequeño período de adaptación, dedicando tiempo al ámbito familiar y luego al laboral, de esta forma, el impacto será menor.

Retomar la actividad habitual de forma paulatina.

Un error frecuente es, llegar de vacaciones y querer hacerlo todo de golpe cuando lo ideal es dejar la mayoría de temas resueltos antes de las vacaciones y al regresar, habrá menos complicaciones y más tiempo para retomar, de forma serena, nuestro día a día.

Planificar las tareas hará que seamos más productivos y al cabo del día, ir tachando lo que hemos ido consiguiendo.

Comprobar los resultados nos hará recobrar la motivación y así, al cabo de unos días, estaremos operativos nuevamente. Sin prisas pero sin pausas.

Siempre es de agradecer rodearnos de personas alegres y optimistas y no hay nada más desmotivador y poco constructivo que compartir nuestro almuerzo con personas cuyo comportamiento es negativo, iracundo o pesimista.

Aprovecha el tiempo del almuerzo y queda con personas alegres, que sumen en tu vida y no resten.

Si no es posible, siempre puedes llevar una vianda y comer en un parque, al aire libre, leer un libro que te inspire o dar un paseo aprovechando que todavía hay sol y la temperatura es agradable.

Tener en cuenta que en las vacaciones, de una forma u otra, lo que hemos hecho es «olvidarnos» de nuestra economía, conflictos familiares, preocupaciones varias y que al regresar, todo eso sigue aquí con lo cual, una vez más, para ver cambios en nuestra vida, tenemos que empezar a cambiar nosotros, cambiar nuestra actitud.

Todos los cambios comienzan de dentro hacia afuera.

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